NAUFRAGIO

Perdido entre la niebla y con el alma herida,
rompió en tu acantilado mi barca hacia el ocaso.
Saltaron destrozados timón, vela y prejuicios
y los restos inútiles encontraron tus brazos.

En tu cálido lecho de infinita ternura
acogiste las ruinas, realizaste el milagro.
Jugosa y dulce fruta para la sed y el hambre
que arranqué a dentelladas de tus húmedos labios.

Mi deseo de ti fue terrible y fue corto;
de piel inexplorada por los cuerpos trenzados.
Una cópula loca de embriaguez infinita
que las almas convierten en cielo anticipado.

Sueño, paz y sosiego, murmullo de rompientes,
la ternura del beso y el calor de tus manos,
en caricias ardientes rescatando la vida
es todo lo que queda del soñado naufragio.

Jesús Gutiérrez (Madrigal)