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ENAMORARSE

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ENAMORARSe
Y un día,
sin saber muy bien por qué
ni por qué no,
llega a tu corazón
esa flecha que te atrapa.
Esa flecha
puede ser una mirada,
una sonrisa,
una palabra que te hipnotiza
y te hace sentir raro.
Como si todo lo que pisabas
temblara de un plumazo
y parece como si volaras.
Te pones a reír
y sueñas que eres un niño,
incluso hablas
como si te estuvieran dando mimos
y te sientes flotar.
Es algo distinto a la realidad,
es como estar metido en un globo,
protegido de cualquier mal.
Quieres dar besos a todo el mundo.
Y ese día, ése,
ves corazones latiendo
a tu alrededor
y el tuyo se oye latir
como un tambor de felicidad.
 
 
COMUNERO

MUJER DORMIDA

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MUJER DORMIDA

En su cara la nostalgia es un pozo de caricias.
Las suaves brisas del pelo rozan su frente y sus hombros
y la sierra que cruza su espalda.
Resuenan tambores de guerra cuando yo la miro sin decir nada
y la cama donde respira se enternece como una pluma
adornándola de nubes, de lluvia,
de besos que se derraman
enfrentándola a manadas de lobos que suben y bajan
erizando su vello, musitando palabras.

Corre el tiempo, vuela, se para,
se abre camino entre las sombras
soy su fantasma, su gigante, su capricho,
el duende de sus mañanas,
el ladrón de sus sueños, el pecado, el infierno,
un milagro, las puertas abiertas del cielo,
su lámpara mágica.

Sueña en ríos de aguas turbuletas, bravas,
con un pez, con un oso,
con un rey que la mima, como el ángel de la guarda.
Y se siente flotar, es una flor de papel,
ligera, quebradiza, armoniosa, rara.

Su noche se enciende, el mundo…
se apaga.

COMUNERO

EL CUENTACUENTOS

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EL CUENTACUENTOS

Hacía tiempo que no hablaba
ni conocía nada de ellos.
Sabía que me miraban
y que escuchaban
las palabras que yo decía
cuando estábamos sentados
en la puerta de mi casa.
Recuerdo que yo miraba
las caras que se reunían
y, expectantes y calladas,
las personitas que allí estaban
en sus ojos adivinaba
el suspense que yo dejaba
cuando leía.
Por no distraerme
yo seguía mi lectura.
Algunos preguntaban,
y, otros, con un dedo en la boca
parecía que pedían
silencio, que se callaran.
Era un grupito de niños
embelesados.
La historia o el cuento
se iba haciendo intenso
cuando el protagonista se veía acorralado.
Era divertido verles allí
reunidos, pegados hombro con hombro,
cautivados por mi voz de narrador
cuando soltaba un grito, o un susurro, o…
o miraba fíjamente a uno que estaba despistado.
“… La cueva se oscurecía
a medida que iba entrando,
y un frío casi helador,
congelaba hasta los párpados…”
Jajaja, todos temblaban, se abrazaban,
alguno hasta sudaba de miedo o de terror.
“… De repente,… a lo lejos,…
algo brillaba…”
¿Qué era? ¿Qué era?
Preguntaban pidiendo una respuesta que yo
me demoraba o, incluso, me inventaba.
“… Parecía una espada,
pero cuanto más se acercaba,…
…Algo pasó corriendo,
como una centella.
Era la sombra de alguien,
… o de algo, uuuuhh…”
Jajaja, tosía un poco,
y sin que se dieran cuenta,
cerraba el libro y terminaba con…
CONTINUARÁ.”
Era entonces,
cuando todos se relajaban
y me preguntaban
¿No puedes seguir leyendo?
MAÑANA.
¿Un poco más, por favor?
MAÑANA.
Joooooo.
Yo creo que más de uno tuvo pesadillas
y en la cama imaginaban
las escenas que yo narré.
Al día siguiente, sus madres,
me veían en la calle
y riendo me contaban
el cuento que yo inventé
y que sus hijos repetían
como loros en sus casas.
COMUNERO

SUFRIDORES

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SUFRIDORES:

Ver un partido de tu equipo es como ver la final de un mundial.
Tu te sientas y piensas “¿Qué harán hoy?”. Y te abres una
cerveza, una bolsa de pipas y miras el movimiento del balón.

Los jugadores que corren, corren con todas sus ganas. Son
máquinas que quieren dominar la situación. Chocan, caen, regañan
con el árbitro, se llevan una tarjeta, no hacen ni caso.

Sigues mirando y te ríes. ¿Cómo puede ser que no hayan metido
ese gol? O ¿Cómo puede ser que lo pierdan cuando no hay
ningún defensa detrás? Menos mal que tenemos al portero. Si,
menos mal.

Y es que el portero es de lo más inverosímil. Te hace unas
paradas que no las hace nadie. Se enfrenta a los delanteros
como si fuera un muro. Y sin embargo, en una falta tonta, de
esas que un niño de la escuela tira, se queda mirando el balón
como si fuera la puesta de sol, y lo deja correr sin hacer nada.

¡¡¡Gooooool!!! De los contrarios. Sudores. Maldiciones. La
defensa que no vale para nada. Anda que la delantera… Madre
mía, que metan uno, solo uno. Un golito por el amor de Dios.

Y van pasando los minutos. Y van pasando las oportunidades. y
ves que los contrarios se hacen dueños de la situación. Y éstos
mirando el balón y sin saber si lo que hay que hacer es meter un
gol o esperar a que no lo metan los otros.

Y cuando faltan tres o cuatro minutos para que termine el
partido y ya están en los minutos de descuento, zas, el primer
gol de tu equipo. ¡¡¡Gooool!!! No te lo crees. ¡¡¡Goooool!!! Parece un
espejismo pero es cierto, el letrero luminoso de la parte alta
del graderío resalta el gol. Parece como si se abrieran las
puertas del cielo, como si un rayo de luz iluminara el campo.

Tu respiras. Bueno, aunque no sea más que un empate, por lo
menos es algo. Y en una de esas, un mal despeje de la defensa
va a parar al delantero que no había hecho nada en todo el
tiempo pero que en este momento tiene su punto de genialidad y
se planta de frente al portero de la otra portería.

“Lo mete, lo mete, lo va a meter, ¿lo va a meter? No, no la
mete, ¿no?” No sé cómo lo hace que saca una rabona y cuando
ya crees que todo va a ir al traste, ¡¡¡gooooooool!!!

Y sonríes, y saltas, y levantas los brazos y das un beso al que
tienes al lado, y gritas “DIOS EXISTEEEEEE”. Casi tienes
ganas de llorar. Es genial. Todo se vuelve de colores. Las nubes
se van corriendo. La cerveza que estabas tomando sabe a agua
bendita. Las pipas ocupan toda la mesa y tu te enciendes un
cigarro como si hubieras hecho el amor con la tía más buena del
mundo.

Ver un partido así es sufrir, si. Pero es también
masticar el polvo y saborear la gloria. Es… Dios, no hay
palabras.

COMUNERO

DESAMOR

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DESAMOR

Y, de repente, te das cuenta

que todo lo que ha pasado

no vale para nada

y que no hay nada

que te pueda servir.

Bueno si, piensas

que has pasado un tiempo

soñando, imaginando,

riendo y bailando,…

si, si,

bailando entre nubes

que, sin querer, se rompen

y caes.

Es una caída sin fin,

como si no terminaras nunca,

como si pensaras…

diossss, que hostia me voy a dar.

Y ves pasar recuerdos,

caras, caras amigas y caras desconocidas,

y cosas, como un cigarrillo sin acabar,

un cenicero lleno de ceniza,

una música que te llega bajito

y se va haciendo cada vez más fuerte

para terminar volviéndose un hilo.

Y cuando crees que ya llega el momento

del trompazo final,

el estacazo que estabas esperando,

la SANTA HOSTIA…

se frena todo

y te posas en el suelo como si bajaras

de la cama y te pusieras las babuchas.

 

 

COMUNERO

CAPUCCINOS

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Ya soy demasiado mayor
pero aún la recuerdo…

CAPUCCINOS

 
Demasiado mayor
me decía,
y su risa me perdía
y aunque yo ya lo sabía
seguía soñando que era mía
y viviríamos siempre juntos.
Y es que no me daba cuenta
ni quería suponerlo
que mis años
eran obstáculo
para poder seguir hablando.
Yo era joven entonces,
ella lo tenía tan claro
que por no querer hacerme daño
siempre me lo hacía.
Y quería distanciarse
cuando yo estaba a su lado.
Se apartaba cuando cogía su mano,
si quería hablarla
miraba para otro lado.
Sin embargo,
con ella estaba agusto,
la contaba mis problemas
mis sueños y mis anécdotas,
era como si escribiera
un póster de mi vida entera
mientras que ella,
callaba,
sonreía
y nunca decía
lo que sentía.
Hubo una vez,
que me acarició la cara,
y una lágrima se derramó
de aquella profunda mirada.
Su cabello ya blanqueaba
y aunque lo disimulara
sabía que los años no perdonaban
pero el corazón respondía
y los sentimientos asomaban
como asoma la curiosidad
cuando cree que no hay nada
de qué asustarse.
Seguimos viéndonos,
a las cuatro de la tarde
en el mismo restaurante,
tomando un café en aquel infinito invierno.
Si, fue por ahora,
y hacía este mismo tiempo…
La taza en sus manos
calentaba sus dedos.
Hola.
Hola.
Uff, qué frío hace,…

Si, se está mejor dentro.

COMUNERO

 

TU SOMBRA DUERME

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TU SOMBRA DUERME

 

No quería molestar.

Y por no molestar
me fui marchando despacio.
Cerré la puerta
sin dar portazo.
Como si un viento
hubiera pasado
llevándose de mi lado
su aroma de felicidad.
Ese aroma ya no está.
Pero se sigue notando
su presencia a cada paso.
Una palabra,
una mirada,
un algo, que parece
que no se puede olvidar.

Pero ya no está.
¡Y sigue estando!
Es como cuando 
escucho un ruido
y me doy la vuelta distraído
sonriendo
creyendo que detrás
su sombra aparecerá
y entre las cortinas
difuminadas danzarinas
su silueta
se dibujará.

Se ha vuelto un fantasma.
Silenciosa, retraída.
Escondida sin decir nada
en un rincón de la casa,
en un rincón de la cama,
en el baúl 
de las sombras
adormiladas…

 

COMUNERO

 

SON SOLO LETRAS

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SON SOLO LETRAs

 

 

Ella me dice TE LEO

y yo le digo TE ESCRIBO

Ella me dice SOY TODO OJOS

y yo le digo SOY TODO FUEGO

Ella me dice DE QUÉ FUEGO HABLAS?

y yo la digo DEL QUE PRENDE CON LETRAS TU CORAZÓN Y TU ALMA

Ella me dice ANDA YA

y yo le digo DONDE VOY?

Ella me dice ESCRIBE Y CALLA

y yo le digo ESCRIBO, ESCRIBO, Y NADA

Ella me dice QUE FEO

y yo le digo SON LETRAS DE UN POEMA, SOLO ESO

 

fin

 

COMUNERO

LA LA LAND

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LA LA LANd

 

Hay un momento
en la vida de las relaciones personales
en la que un segundo basta
para hacerte una idea,
una especie de cuadro fotográfico
o una historia de la vida
en la que estás tu
y el o la otra persona.

Es como si
todo se apagara,
como si las luces
enfocaran a un escenario
en el que tienes que representar
a tu personaje y dar
lo mejor de ti.

Y ves un escenario vacío
que se va llenando de caras
que te suenan de algo y
no sabes de qué, pero
hay una que te mira.
Y te mira fíjamente,
sonriendo,
es una cara amable,
casi sientes que te va a decir
QUÉ GUAPO o QUÉ GUAPA ERES.

Jaja, te echas a reír,
cambias la mirada,
quieres pensar que no es a tí
a quien se refiere,
y vuelves a levantar la vista
y te sigue mirando,
sonriendo,
moviendo los labios
como si te hablara en susurros.
Y dejas de oír el ruido.
Y empiezas a escucharle.
Al principio es un murmullo,
un .. shhhhhh,
pero luego, se hace más nítido,
las palabras llegan entre notas
de música, como si un perfume
te elevara y flotaras,
y te dirigiera hacia esa persona.

Es una especie de imán
que te atrae, y no puedes hacer nada,
quieres esconderte, pero no,
no quieres perder su mirada.
Estás hipnotizado,
cautivado a su antojo,
como si fueras un juguete
te ríes, lloras, suspiras,
ardes por dentro

y vas a hablar y no te sale
ni un SOCORROOOOO,
AYUDAAAAA. Pero
quieres estar ahí,
que te abrace,
que te bese y que te lleve
a bailar con las estrellas,…

Y de repente, te das cuenta
que estás enamorado,
y que no pasa ni un día
sin que veas su cara,
su mirada, su sonrisa y
sus manos cogiendo las tuyas
para volver a sentir
mariposas en el estómago
y bailar con las estrellas.

 

COMUNERO

¿QUÉ FUE LO ÚLTIMO?

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¿QUÉ FUE LO ÚLTIMO?

Dejamos de hablar
un día que no era nada,
ni el más señalado
ni el más cercano a Navidad.
Fue un día que no teníamos ganas
de saber qué era lo que pasaba
ni lo que nos pudiera suceder ni arreglar.
Fue un día sin ton ni son
como si de repente una cortina
se hubiera puesto delante
y nuestros ojos se apagaran
como la luz de una vela
o el final de una canción.
Fue un día que ahora
parece que fue hace mil años.
Ya ni recuerdo la fecha,
ni el momento,…
Ni si llovía o hacía sol,
o quizás era de noche.
Si, seguro que era de noche,
una noche cualquiera.
Un momento que nadie
puede saber de verdad.
Ahora que lo pienso,
parece como si los dos nos hubiéramos
ido por la puerta trasera,
como si no quisiéramos que nos vieran
ni volvernos a ver.
Sin adioses, ni saludos,
ni un hasta otra, que te vaya bien,
cuidate.
Y se queda uno medio tonto,
esperando aquí sentado,
como deseando frotar las teclas
y saludar otra vez…
Buenas noches,
¿cómo estás?
Yo bien, y ¿Tu?
Mal.
Pero bueno así es,
y así será.
Quizás sea lo mejor.
Dejar de hablar
y que el tiempo pase
y deje pasar todo,
total, …
pero pienso muchas veces,
qué fue lo último que nos dijimos,…
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