Sant Jordi
La leyenda de san Jorge y el dragón
Según la tradición popular, San Jorge era un militar romano nacido en el siglo III en la Capadocia (Turquía). El santo, que servía bajo las órdenes del emperador Diocleciano, se negó a llevar a cabo el edicto del emperador que perseguir a los cristianos y por este motivo fue martirizado y decapitado por sus coetáneos. Muy pronto se empezó a venerar como santo en la zona oriental del Imperio Romano y enseguida aparecieron historias fantásticas ligadas a su figura.
La hazaña de San Jorge y el dragón se hizo popular en toda Europa hacia el siglo IX y fue recogida por el arzobispo de Génova, Iacopo da Varazze, más conocido como Iacobus de Voragine, en 1264, en el libro ‘Legenda sanctorum’. En esta versión, sin embargo, la acción transcurría en Libia.
La versión de la leyenda más popular en Cataluña explica que en Montblanc (Tarragona) había un dragón terrible que causaba estragos en hombres y animales. Para apaciguarlo, se elegía por sorteo a una persona que era dada en sacrificio al monstruo. Un día la suerte señaló a la hija del rey, que habría muerto a manos de la fiera si no hubiera sido por la aparición de un bello caballero que se enfrentó al dragón y lo mató. La tradición añade que de la sangre derramada nació un rosal de flores rojas.
Esta misma leyenda, con ligeras variaciones, se repite en las tradiciones populares de Inglaterra, Portugal o Grecia.
Es muy difícil poner una fecha concreta que marque el inicio de la tradición popular de regalar rosas el día de Sant Jordi. Debe ser muy antigua, ya que se tiene constancia de la celebración de la Feria de rosas por Sant Jordi desde el siglo XV. Esta misma antigüedad busca una relación entre la tradición popular y el simbolismo del amor cortés que representa la rosa, aunque la costumbre de regalar flores existe desde antes del Cristianismo y los romanos celebraban alrededor del mes de abril una fiesta floral dedicada a la diosa Flora.
La fiesta que ahora conocemos tiene su origen en la época de la Diputación del General y está ligada a la nobleza y los estamentos dirigentes que el día de Sant Jordi celebraban una misa en la capilla del Palau de la Generalitat, donde también se hacía la citada Feria de rosas.
Aunque la fiesta actual mantiene estas dos tradiciones medievales: regalar la rosa y visitar la capilla del santo, la fiesta ha ido incorporando más elementos y, sobre todo, se ha convertido en una extraordinaria expresión de cultura popular.