Son las hormonas las que determinan dónde se acumula la grasa y en que medida.
Es sabido que la función hormonal es muy distinta entre hombres y mujeres, por lo que también será muy distinta la distribución de lípidos.

En la adolescencia las mujeres acumulan casi el doble de grasa que el hombre.
En los hombres la acumulación de grasa es regular y discreta, mientra que en las mujeres , las células grasas se incrementan alojándose en glúteos y caderas. A pesar de lo mal recibidas que son , estas ” cartucheras” tienen un función positiva relacionada con la preparación para la maternidad. Durante la lactancia las células adiposas que la componen aumenta su capacidad liberadora de grasas y reduce su capacidad de acumulación. Al mismo tiempo aumenta las reservas grasas en el tejido adiposo de las mamas. Y esta grasa sirve de reserva para dar respuesta a ese aumento en la demanda energética. Además de ello, las odiadas cartucheras favorecen la producción de sustancias que son beneficiosas para la salud cardiovascular y metabólica.

Tras la adolescencia, la acumulación de grasa viene determinada por otros factores, como es el sedentarismo  o una dieta demasiado rica en azúcares y grasas.
En los hombres,  sin embargo, la acumulación de grasas en la barriga no tiene ninguna ventaja fisiológica, sino todo lo contrario: es precisamente la grasa ahí acumulada la que se descompone de forma perjudicial para el organismo y es un factor de riesgo cardiovascular y de otros trastornos metabólicos.

Cuando la mujer entra en la fase de la menopausia y desaparecen estrógenos, la distribución de grasas , y sus efectos nocivos , se vuelven muy similar al de los hombres.