Tú también cuentas
CUANDO TU TE FUISTE
0CUANDO TU TE FUISTE
El día que tu te fuiste
me entraron tales remordimientos
que pensé en cambiarlo todo
quemar tus cartas, tus libros, tus fotos,
quedarme vacío, a cero,
ser un ser nuevo y limpio,
como un reciennacido
esperando dar sus primeros pasos
en este fantástico mundo.
Ese día yo pensaba,
“mañana se la habrá pasado”,
y pasó “mañana” y pasó “pasado”
y no volvieron las oscuras golondrinas
que Bécquer dejó escritas en una rima
ni tus cartas, ni tus libros, ni las fotos de verano.
Y empecé a extrañarte,
y preguntarme qué harías,
preocupado corría
cada vez que el teléfono sonaba
y al otro lado se oía
la voz de mi hermano, o de mis hermanas,
o de un sobrino o de una tía,
y respiraba calmado
y sin hacer ningún caso
repetía los mismos pasos
“si, si, si… otro día hablamos.”
Y soñaba que tu
conmigo estarías soñando,
y me reía pensando
que pudieras hacer lo mismo.
El día que tu te fuiste
quise cambiarlo todo,
y ahora al verlo igual
solo quiero pensar
que volvamos a estar juntos pronto.
COMUNERO
DE ESTAR JUNTO A TI
0DE ESTAR JUNTO A TÍ
A veces siento
que mi vida está vacía
que los sueños que tenía
se marchitan sin haberse cumplido
y resuelvo en un momento
si los pudiera hacer
el primero, ¿cuál sería?
Y pienso,
imagino,
hasta puedo
ver entre esos sueños
caras de personas
como si salieran de un cuento
que puede que nunca haya visto
o si, no sé,
parecen seres sonrientes
como si todos quisieran ponerse delante
como si quisieran que les eligiera
para estar en mi equipo
para jugar un partido
para luego decir
YO FUI EL PRIMERO.
Y me alegra haber conocido
a tanta y tanta gente
a las cuales creo
que pasaron por mi camino
y seguro que mientras siga caminando
veré más,
y me darán sus opiniones,
y no seré un extraño,
seré otro amigo
algunas serán tan locuelas como yo,
otras serias, tenaces,
tan obstinadas
que no se les pondrá nada
por delante.
Las habrá precavidas,
que no se fíen de nadie.
Las habrá amorosas
tan preciosas como una rosa,
tan amables
que casi podría ver a unos padres
enseñando a un niño a andar.
Algunas tendrán la voz suave,
otras tan firme y tan grave
que puede que dé hasta miedo,
otras tan cantarina
que si fueran flautistas
nos hipnotizarían para seguirles
y les seguiríamos hasta el fin de los días.
Pero yo solo escucho y veo
la voz que tanto me anima
una cara, una sonrisa, esos besos
que me llenan el alma de vida
y las ganas que tengo
de estar junto a tí.
COMUNERO
La vanguardia embalsamada
0Resulta muy difícil, casi imposible, encontrar un mercado más esnob, fraudulento, especulativo, inflado y cínico que el mercado del arte actual. El mismo respeto interesado con que los participantes de la lujosa y económica feria del arte hablan de ella es una clara muestra de lo que acontece en ese ámbito. Un mercado instalado como una pieza más del salvaje capitalismo financiero levantado en las últimas cuatro décadas para entronizar la especulación más abyecta y que se ha constituido en EEUU y Europa en la principal amenaza de la sociedad del bienestar. Una economía sustentada por los bancos, que actúan en su seno como oportunistas negociadores, especuladores privilegiados y operan, a su vera, como inclementes desmanteladores de la vigencia del Estado social.
Al artista entrar en el mercado del arte y su noria especuladora le interesa más que nada, no hay duda. Posibilita ello ser partícipe del millonario y azaroso juego de la ruleta de la fortuna que allí se desarrolla. Mostrar la propia obra en el espacio expositivo de una galería invitada a participar en ARCO o la Dokumenta de Kassel o ser pieza preciada de los coleccionistas y museos genera ciertas y valiosas oportunidades de ascenso económico y apuntalamiento de la fama entre la crítica y en el propio mercado del arte. Un mercado en el sentido más estricto y mezquino del término donde prima, sobre todo, el beneficio económico y no la calidad del género que se vende y que lleva por su sistema sanguíneo un voluptuoso volumen de dinero que alimenta bastardos intereses, falsas reputaciones e inflados prestigios, creaciones calculadas de modas y de movimientos artísticos, y subordinaciones a las galerías y a la crítica, que en nada tienen que ver con el artista como individuo que debe vivir y realizar libremente un proyecto estético y el constructo intelectual que le sirva de armazón.
No es amor al arte lo que constituye el mercado del arte sino principalmente fluido pecuniario, monetarismo burgués. No es en manera alguna una experiencia estética lo que motiva al artista ni lo que alimenta este organismo, apoyado por la crítica, una y otras vez.
La crítica apoya al mercado del arte porque si este en el pasado obtenía sus beneficios negociando con lo que no era arriesgado y emitiendo un mensaje de conservadurismo estético, de misoneísmo doctrinal e ideológico, ahora da por inevitable la fiebre especuladora; supone a los artistas y galeristas como promotores del riesgo estético, continuadores de la Vanguardia de la primera mitad del s.XX; y fundamenta su prestigio en no querer ver y descubrir que el rey está desnudo. Con estos rasgos funcionales, lucrativos y conservadores, el mercado del arte se asemeja al mercado de valores común pero donde se negocia con lienzos y esculturas, y donde los artistas desarrollan su obra sin ideales ni espiritualidad alguna, sin ideología utópica ni proyecto redentor que los sustente. Todo en nombre del poderoso caballero don Dinero.
¿Un prestigio y arriesgado artista? Esto ya no tiene importancia ni es creíble porque el artista de vanguardia pertenece al relato de los ismos históricos y construía su obra con conceptos novedosos, discursos formales inéditos e intereses ajenos al comercio de su obra. Realizando su obra a los márgenes del mercado del arte y de los salones oficiales fundamentaba su prestigio. Sencillamente, el artista operaba como un individuo incontaminado, cuya característica fundamental era crear arte para un selecto y minoritario grupo de connoisseurs y reformar la sociedad convirtiendo su obra, a la manera de una bomba revolucionaria, en explosivo atentado contra los valores establecidos.
La vanguardia histórica que tanto hizo por regenerar, con su transgresora mecánica, el artefacto académico heredado del s.XIX y generar, a su vez, espacios estéticos libérrimos donde se podían expandir los espíritus artísticos más creativos, investigadores y progresistas, ahora yace de cuerpo presente pero fenecida, embalsamada y expuestos sus resultados, como en sepulcros de lujo, en los museos de arte contemporáneo para -la gran mayoría de las veces- la boba y aborregada contemplación de un público ignorante de su verdadera valía y -las menos de las ocasiones- fruición estética de los buenos y verdaderos aficionados al arte. A su vez esta momificada transgresión para el recuerdo de la vanguardia artística permanece como una inmejorable coartada intelectual y crítica, de exacto engranaje argumentativo, para mantener enhiesto su negocio el todopoderoso y ya inevitable mercado el arte.
Sin novedad en la moda
1Contra la imposición que representan el peso de las convenciones y las tradiciones, el modelo clásico o la marca conocida, se levanta el contagioso atractivo de la moda. Seguir las tendencias en cultura e imagen, o en costumbres morales y hábitos de consumo, significa un irreprimible anhelo en el narcisista mostrarse de la Masa para concretar su aceptación social y su sentido de la pertenencia.
Reflexiono sobre la diferencia entre la conveniencia por ciertas novedades y el esnobismo. Entre lo nuevo como mejora social, sin pose ni apenas artificio, y las indigestas ruedas de molino con las que nos quiere hacer comulgar la sociedad de consumo.
Con la novedad crecemos, ganamos en pragmatismo, mientras que las modas, sus diferentes formas y estallidos, sus canales y manifestaciones son incompatibles con la expresión de lo práctico. Las modas proyectan su banal arquitectura en el mero territorio de la apariencia.
Con la costumbre de la añagaza comercial de las rebajas de temporada en los grandes almacenes, la inauguración de nuevas ferias expositivas y nuevos locales para el ocio, la presentación de supuestos nuevos talentos literarios en las campañas de marketing de algunas editoriales, el lanzamiento por todos lados de productos tecnológicos no siempre necesarios, la ruleta de la moda tiene las maneras de una selva llena de trampas, el carácter de un espejismo con el aroma de la oportunidad.
La moda pura, la moda a secas, opone su carácter caníbal a las maneras sosegada e inteligente de la novedad. Consumimos moda pero, a su vez, esta nos consume a nosotros.
La moda es un producto fabricado deliberadamente para ser consumido, secreción de la sociedad de consumo inyectada en el mercado para animarlo y, al mismo tiempo, lo más prescindible de él. Y el mercado en un mecanismo diseñado y habilitado para recibir la moda en forma de productos culturales, tecnología, propuestas de ocio o estéticas prestas a incorporarse a la imagen personal de cada cual.
Y ocurre que mientras la moda se esfuma como el humo de una hoguera de futilidad, la novedad se apuntala y echa raíces, nos ofrece un paradigma cool, explayarnos en la renovación como mejoría, evitando caer irremediablemente en un pozo en el que esnobismo y papanatismo mezclan sus aguas. La novedad se deja usar. Su pretensión no es una ocurrencia caprichosa sino que manifiesta querer ser útil.
El mundo es el mismo y nunca lo mismo pues la novedad con su propuesta de cambio construye otro mundo cada vez. Y ese otro mundo que hace, con nuevos valores, ideologías, tribus urbanas, productos de consumo, fenómenos sociales y hábitos, nos infunde la certeza de vivir otro tiempo, otra ocasión para la felicidad.
POR ESOS MOMENTOS
0La felicidad
0Un momento de felicidad da paso a otro de infelicidad, como si transcurriera el ciclo planetario de días y noches en el transcurso de nuestras vidas. Tan inevitable la luz como la sombra.
Pero las personas queremos creer que la felicidad se puede generar forzando su formación con determinadas acciones, a la manera que estimulamos el placer para que surja. Pero sepan que ese empeño es ingenuo: nada hace tan infeliz como pretender ser felices a toda costa. La felicidad es una emoción tan inaprehensible que solo podemos crearla por una aproximación engañosa, un espejismo emocional. Uno se pone a buscarla y solo logra frustrarse más, reafirmar su resbaladiza condición. Es decir, apuntalar la desdicha, y nada más.
Primitivos
0Peor que aún haya hombres que no se comprometan con la causa de la mujer es que algunos estén involucionando hasta sacar el ser primitivo que llevan dentro.
Se dan algunos ejemplares masculinos que solo se diferencian con los trogloditas que fuimos en que conducen un coche, se cortan el pelo y esgrimen contra sus semejantes -en vez de un hacha de piedra tallada- una tarjeta de crédito como poderosa arma: símbolo de estatus social.
Contra el perfeccionismo
0Al deseo de perfección se le ha presentado como la fórmula mágica del éxito profesional. Según se cree es este anhelo utópico la base compacta en la que el éxito en la acción deportiva, en las artes, en la labor política o en la imaginación científica brota, se desarrolla y concluye.
A todos los profesionales con carrera exitosa en las áreas mencionadas se los identifica como productores de una acción sin mácula de incertidumbre o error.
¿Son productores de una impecable acción profesional porque acaso gracias a crear su labor en este supuesto espacio de certeza y exactitud, límpida y pulcra, alcanzan nuestro reconocimiento? ¿Son productores, en fin, de esa labor digna de encomio -y al parecer inigualable- por esa pulcritud de actuación? ¿Obran todos estos profesionales sobre el deseo de exactitud, creencia máxima por excelencia, en búsqueda de una finalidad absoluta? Y, además, ¿son realmente productores de una impecable acción? Permitan que yo lo ponga en duda.
Una naturaleza mutable
0El hombre y su singularidad se manifiestan de muchas formas distintas: meridianas, oscuras, genéticas o ambientales, racionales o sentimentales, malvadas o bondadosas, con grandeza o miseria, de manera espuria o desinteresada. Con este repertorio de múltiples facetas nadie puede arriesgarse hoy día a elaborar una reflexión que sintetice la naturaleza del hombre en una realidad. De manifestar poliédrica su singularidad se ha encargado la moderna psicología pero podríamos retrotraernos muchos siglos atrás con
la reveladora intención de descubrir de forma diáfana esa inequívoca verdad en los clásicos de la literatura.
El sujeto culpable
0¿Cómo realizar un examen de conciencia si se carece de autocrítica, si no se posee la capacidad de colocarse en el disparadero? A decir verdad, todo ejercicio de autoanálisis moral, público o privado, hablado o meditado, nos sitúa ante el examen de nuestra humanidad y nuestro verdadero valor como sujetos morales. Nos eleva o nos denigra según el grado de ahondamiento que practicamos en nosotros mismos. Somos ciegos perpetuos a nuestros errores. Cuando nos vemos en el trance de revisarnos, de fustigar la consecuencia de nuestros actos, nos creemos en la autocomplaciente situación de estar liberados de su amoralidad. Libres para obrar pero inevitablemente atrapados en una cárcel de convenciones. Amos de nosotros mismos pero deudores del juego social y moral.
Por consecuencia, toda pretensión de actuar en sociedad requiere una concienciación del sujeto, pero ¿cómo podrá este concienciarse sin levantar el edificio de un constructo moral, una imperativa y rígida narración ética consensuada socialmente?
Pero además, ¿de qué forma levantar una base ética en que todas las conciencias abreven?, y ¿cómo consensuarlas a todas? No hay forma. Puede que este fracaso sea la única manera posible de contentar a todos no contentando a nadie y permita un ajuste normativo del engranaje social.
Este mecanismo levanta con su vaguedad y multiplicidad el horizonte mental y conceptual del sujeto mientras sus palancas (la conciencia y la autocrítica) vienen a ser unos imprescindibles y valiosos instrumentos de crecimiento personal o un evanescente gesto de hipócrita apariencia en el teatro de representaciones sociales.
Comentarios recientes