La fascinación por la novedad, el lucro como meta vital, la originalidad por la originalidad, lo hortera, lo efímero y el narcisismo son los fundamentos conceptuales de este momento. Así, de igual forma que la idiosincrasia de la sociedad y su mentalidad revertieron a mediados del siglo XX los valores éticos y estéticos, ambos devinieron a rodar en la autocomplaciente superficialidad de otro territorio mental apartado y delimitado con rotundidad del ámbito normativo en que se fundamentó el sistema de apreciación ético y estético anterior y su mecanismo de ideas formado y heredado de siglos atrás.

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