Eran poco más de las 10 de la noche, estaba cansada y tenía frío… le apetecía meterse en la cama, sentir como la frialdad de las sabanas, al contacto con su cuerpo, se iban tornando cálidas y acogedoras. También tenía otro motivo… pensar en él y qué mejor sitio que esa intimidad que da la cama.

Se dirigió a su habitación, se desnudó lentamente y se metió en la cama. Encendió una vela y una barrita de incienso… apagó la luz. Dirigió la mirada hacia la ventana y se centro en la luna, se veía intensa en un cielo totalmente ennegrecido. Se acomodó entre las sábanas buscando el calor de las mismas, sus ojos se perdieron en el resplandor de la luna y dio rienda suelta a sus pensamientos más íntimos.

 

Él…estaba allí, de pie, a los pies de su cama, mirándola calladamente. Vió como se acercaba a hasta llegar a su lado. Ella lo seguía con la mirada, no le conocía pero le sentía de una forma provocadora, sensual, intima… la excitaba. Él empezó a desnudarse dejando la ropa a los pies de la cama, después abrió las sabanas y se tendió junto a ella. Notó su respiración en el hueco de su cuello y el leve roce de sus labios en su piel, un escalofrío de placer recorrió su espalda y un leve gemido escapó de su boca. Levantó la cabeza hacia él y le ofreció sus labios que él tomo de inmediato acariciándolos con los suyos tierna y delicadamente. Ella cerró los ojos y le rodeo con sus brazos.

Sintió como su mano acariciaba su cuello y lentamente, sin dejar de besarla, se deslizaba hacia su pecho. Se detuvo, busco sus pezones, los masajeó, los pellizco levemente… les dio vida. Su mano siguió bajando, esta vez hacia su vientre… el calor que desprendía su mano la quemaba, la excitaba, hacia que le deseara… movió sus caderas y su lengua se enredo con la de él. La mano continuaba su camino e intuía su siguiente parada, empezaba a arder por dentro, cuando él rozo su pubis un gemido de placer brotó de su boca y abrió ligeramente las piernas para que la explorase libremente. Notó como sus dedos recorrían su sexo, sin profundizar, llegando hasta la entrada de los más íntimo que había en ella. Era un cosquilleo de placer lo que experimentaba en esos momentos.

En ese momento él separo su boca de la de ella y le susurro en el oído

- – Siénteme, no digas nada solo siénteme

Sintió como su lengua acariciaba el lóbulo de su oreja, para después ir bajando hacia el hueco de su cuello, hacia el centro de su pecho. Allí se detuvo con una mano cogió uno de sus pechos, lo apretó y lo lamió hasta coger el pezón con su boca. Su lengua jugó durante breves minutos con él hasta que consiguió endurecerlo por completo, después lo mordisqueó, cerrando sus dientes y tirando hacia fuera. Hizo lo mismo con el otro.

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En ese tiempo su otra mano no dejo de jugar con su sexo, pero ahora las caricias se tornaron más íntimas. Separó sus labios y sus dedos buscaron su clítoris, lo acariciaba y lo apretaba para después bajar hasta esa entrada oscura que tanto deseaba ella que tomara. Introdujo un dedo… un nuevo gemido escapo de su garganta, notaba la humedad en sus muslos y el deseo palpitante en su sexo. De esta manera él siguió deslizando su lengua por su cuerpo hasta llegar a su sexo.

Ella abrió más las piernas y él se colocó entre ellas, abrió su sexo y lo lamió… una y otra vez, sin prisas; parecía disfrutar con la situación y la ansiedad que ella tenía. Aceleró un poco el ritmo, pero esta vez introdujo un dedo en su vagina, hurgando dentro de ella al tiempo que su lengua no paraba de lamerla. La reacción de ella fue instantánea, levantó las caderas hacia su boca, buscando un contacto más profundo, frotaba su sexo en la boca de él, cada vez con más ansiedad. Se movía, gemía…sabía que de seguir así se correría. Él noto su ansiedad y sin decirle nada se separó de ella y la beso profundamente mientras se colocaba encima de ella.

Por primera vez ella noto su sexo duro y caliente sobre su pubis, se movió bajo la presión de él que continuaba besándola, ahora con más fuerza. Se aferró a él, acariciándole la espalda, bajando hasta sus glúteos, apretándolos hacia ella.

Lo deseaba más que a nada en el mundo, él lo sabía y en ese momento la penetró lentamente. Ella sintió como la iba abriendo y como, en cada suave embestida, el placer se intensificaba, la estaba llenando totalmente. Se quedaron quietos unos segundos, sintiendo latir sus sexos unidos, disfrutando de ese momento y… empezaron a moverse rítmicamente, uno al compás del otro. Él entraba y salía de ella con total impunidad, ella, entregada, no dejaba de acariciarle , besarle y lamer su cuello. Aceleraron el ritmo, las embestidas cada vez más fuertes. Los gemidos se intensificaron, los movimientos eran ahora frenéticos… un susurro de él

- -Ahora -una palabra de ella

- -Dámelo

Ambos se corrieron. Ella sintió como su esencia le quemaba las entrañas, como su sexo latía rápidamente. Él noto los espasmos de su vagina aprisionando su sexo duro y palpitante. Se quedaron quietos unos minutos, sin moverse, manteniéndose unidos, relajándose. Sintiéndose.

Él se retiro, se acomodó a su lado y la abrazo y ella se a apretó contra su pecho y así se quedaron dormidos.

Un ruido la despertó de pronto, abrió los ojos y vió que estaba sola en la cama, lo buscó con la mirada por la habitación.. no había nadie. Qué estaba pasando? Se sentó en la cama y noto como sus muslos y su sexo estaban totalmente empapados y sus dedos húmedos…se los llevó a la boca y los lamió…

Una leve sonrisa se dibujo en su rostro, en su mente.. Él, en su cuerpo…la calidez de Sus manos recorriéndolo y haciéndolo vibrar.

Miró por la ventana, el cielo tenía el color previo al amanecer, la luna seguía brillando…se acurrucó entre las sábanas… aun podía dormir algunas horas.