Entradas etiquetadas con shakespeare

Primitivos

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Peor que aún haya hombres que no se comprometan con la causa de la mujer es que algunos estén involucionando hasta sacar el ser primitivo que llevan dentro.

Se dan algunos ejemplares masculinos que solo se diferencian con los trogloditas que fuimos en que conducen un coche, se cortan el pelo y esgrimen contra sus semejantes -en vez de un hacha de piedra tallada- una tarjeta de crédito como poderosa arma: símbolo de estatus social.

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Contra el perfeccionismo

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Al deseo de perfección se le ha presentado como la fórmula mágica del éxito profesional. Según se cree es este anhelo utópico la base compacta en la que el éxito en la acción deportiva, en las artes, en la labor política o en la imaginación científica brota, se desarrolla y concluye.

A todos los profesionales con carrera exitosa en las áreas mencionadas se los identifica como productores de una acción sin mácula de incertidumbre o error.

¿Son productores de una impecable acción profesional porque acaso gracias a crear su labor en este supuesto espacio de certeza y exactitud, límpida y pulcra, alcanzan nuestro reconocimiento? ¿Son productores, en fin, de esa labor digna de encomio -y al parecer inigualable- por esa pulcritud de actuación? ¿Obran todos estos profesionales sobre el deseo de exactitud, creencia máxima por excelencia, en búsqueda de una finalidad absoluta? Y, además, ¿son realmente productores de una impecable acción? Permitan que yo lo ponga en duda.

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La arrogancia del estúpido

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Probablemente no hay arrogancia mayor, ni más benigna, que la arrogancia del inteligente, pero no pocas personas se empeñan en todo lo contrario, en condenar y descalificar las obras del conocimiento, en argumentar y justificar que el consumo baladí de subproductos culturales se iguala a la plena realización de la democracia, al rechazo de lo caduco y constreñido y al surgimiento de una rebeldía intelectual.

Sin embargo, no hay despropósito mayor, ni arrogancia más estúpida y desnutrida que cuando la ausencia de esfuerzo o de exigencia intelectual situan al estúpido bajo el listón de sus capacidades y malogra por su falta de curiosidad o de hábito, por sus prejuicios, desinterés o irracional aversión de las personas prácticas hacia los productos culturales excelsos, una posible victoria personal en distinción, suficiencia cultural y crecimiento intelectual; y no hay objetivo superior ni arrogancia más justificada que cuando se da la elección de los sustancioso de un producto cultural elevado que logra engarzar a la persona en un proyecto vital más enriquecedor. (más…)
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